Imagen de cabecera: Goethe en la campiña romana (fuente)   Existen varias evidencias documentales de que en los instrumentos de cuerda pulsada siempre ha sido complicado mantener una afinación estable. Probablemente el uso de las cuerdas de tripa haya sido el actor fundamental en este hecho ya que, al ser un material ciertamente higroscópico, es muy sensible a los cambios de temperatura y humedad, lo que supone que su diámetro aumente o decrezca según el ambiente. Aunque también entran en escena otros factores propios de la cuerda pulsada, como el número de cuerdas a afinar (hasta 26 en un laúd barroco), la baja tensión en el encordado o el uso de clavijas a presión (no mecánicas, como la guitarra). Afortunadamente (o desafortunadamente para los más rigurosos), hoy en día disponemos de cuerdas con materiales sintéticos ajenos a estos problemas, como el nylon o el fluorocarbono, e incluso híbridos como el nylgut, que parece el mejor compromiso entre las virtudes de uno y otro lado (tripa y nylon).  
lute_headClavijero del laúd construido por
Hans Burkholtzer en Füssen in 1596 (fuente)
El propio Goethe se refería a esta cuestión con cierta ironía en su libro autobiográfico, Poesía y verdad (1811 a 1833), donde decía que su padre (laudista aficionado) pasaba más tiempo afinando que tocando el laúd.
My father was personally tolerably comfortable. He was in good health, spent a great part of the day in the instruction of my sister, went on with the description of his travels, and was longer in tuning his lute than in playing on it. He concealed at the same time, as well as he could, his vexation at finding, instead of a vigorous, active son, who ought now to take his degree and run through the prescribed course of life, an invalid who seemed to suffer still more in soul than in body.  
Lo que puede traducirse como “Mi padre era, personalmente, tolerablemente cómodo. Gozaba de buena salud, invertía gran parte del día en la instrucción de mi hermana, continuó con la descripción de sus viajes, y pasaba más tiempo afinando su laúd que tocándolo. Ocultó, tan bien como pudo, su irritación sobre el hallazgo de encontrar, en lugar de un hijo activo y vigoroso, que debería tomar su rumbo y continuar hasta el curso prescrito de la vida, un inválido que parecía sufrir aún más en el alma que en el cuerpo” Aunque hay incluso alguna referencia sarcástica anterior al propio Goethe, como la que podemos encontrar en el libro publicado en 1713 por Johann Mattheson, “Neu-eröffnete Orchestre”. En la página 276 podemos encontrar una nueva referencia al tiempo que invertimos en afinar nuestros instrumentos:     Que podría traducirse como “Cuando un laudista alcanza la edad de 80, ha debido pasar seguramente 60 años afinando. Lo peor es que de entre 100 amateurs, aquellos que no tienen una profesión en ello, difícilmente dos podrían afinar el laúd realmente bien”. Dejamos al lector más interesado la lectura completa del libro, también disponible en IMLSP.  
     

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